Un verdadero palacio en plena peatonal

Comenzando el Paseo del Siglo, ningún ojo puede escapar de la inmensidad de uno de los símbolos de Rosario, en una de las cuadras con más historia de Rosario. De aquel sueño de los hermanos Minetti, a la construcción del palacio más puro de la ciudad. Conocé todo su esplendor.
Proyectado en 1929 por los arquitectos José Gerbino, Leonardo Schwarz y Juan Bautista Durand, bajo la dirección de Domingo Minetti, el cuarto de seis hermanos descendientes de Barge, un pequeño pueblo al norte de Italia. El Palacio terminó de construirse en 1931, para ser sede de Minetti & Cía, un negocio que había comenzado como actividad de un molino en territorio Santa Fe, y vivió una gran expansión en las épocas en que Argentina era “El Granero del Mundo”.
Este grupo estaba conformado por Juan, José y Domingo, con sedes en Río Tercero, Tancacha; y la administrativa en Rosario. Ya en la década del 30 operaba también en Brasil y Paraguay, mediante alianzas comerciales. El gran edificio surgió de la idea de construir el centro de sus actividades, en la ciudad que ellos venían eligiendo para vivir. En el acta de la sociedad, que data del 9 de octubre de 1928, se argumenta que:
“Nuestra sociedad necesita su edificio propio en las proximidades de la nueva Bolsa de Comercio y ha decidido por unanimidad adquirir para edificarlo dos lotes de terrenos, situados en esta ciudad, en la calle Córdoba, entre Corrientes y Paraguay”.
Reyes de un palacio
Minetti & Cía compró dos lotes, a Justiniana Adalid de Gallo y a la familia Travella, para materializar lo que sería “el escritorio” de la empresa. En este sentido, ellos querían resaltar las virtudes de su firma, y lo materializaron con el estilo Art Decó. Es por eso que su estructura está basada en un portal de cuatro columnas de granito rojo y una alta fachada blanca ornamentada con rombos. La cúspide es una pirámide, coronadas con estatuas de bronce de dos mujeres que sostienen una mazorca, cada una en una mano.
¿Por qué dos mellizas? La ausencia de hijos iguales en la familia Minetti hizo teorizar a qué se debían estas estatuas, que hoy son el símbolo del palacio. Sus 8 metros de altura, que sólo se pueden ver desde abajo, fueron el cierre de la obra en 1926, con la proyección de Manuel Ocampo y Armando Giovanetti sobre el proyecto del artista Luis Zanini. Según los relatos, emulan la riqueza agropecuaria de la Argentina en los años 20.
“Las dos figuras femeninas de verde pompeyano representan a la agricultura, sosteniendo en lo alto una espiga de maíz y un manojo de trigo emulando antorchas”
Su inauguración
En noviembre de 1929 se abrió su entrada principal en Córdoba 1452, adornada con una imponente puerta de doble hoja de fundición de bronce, y del que hoy puede encontrarse exquisitos detalles. También se lo dotó de un subsuelo que sería complemento de los salones de la planta baja, y donde se alojaría una caja de seguridad, una sala de máquinas, un taller y depósito. El resto del palacio se reservó a oficinas de la empresa y a arrendamiento.
La apertura en noviembre no es casualidad: coincide con el año más catastrófico de la economía mundial. Su inauguración pareció mostrar que nada podía parar a estos incansables hijos de italianos, ni siquiera el crack de Wall Street.
Diría Domingo Minetti en el acto: “Testimonio para Rosario de nuestra intención y de nuestro paso por esta ‘capital del trabajo’. Un homenaje a una ciudad que nació sola y fue elevada por vecinos nativos e inmigrantes luchadores”.
Así, el Palacio se encargó de representar la fuerza de una familia que había poblado desiertos, surcado la tierra, recogido sus frutos y fomentado la industria. A la par, esta construcción se proponía demostrar el éxito logrado a través de la industrialización del trigo, hasta la actividad cementera y una huella trazada. Este legado continúa hasta el día de hoy, invitando a todos los rosarinos a visitarlos, disfrutar de su imponencia en plena peatonal, o poder tomarse unos minutos frente a todo un relato de historia.