Los hijos no necesitan a sus padres juntos, necesitan que sus padres estén bien

Los hijos no necesitan a sus padres juntos, necesitan que sus padres estén bien

A nadie le sirve convivir en una misma casa con una persona con la que no es feliz. Así, la unión familiar puede darse a partir de una separación, donde se priorice el bienestar de todos los integrantes.

 En épocas donde la cantidad de divorcios anuales está casi a la misma altura que la cantidad de casamientos, son muchas las parejas que buscan motivos para no separarse, cuando las cosas no marchan bien. Sobreviven juntos, pero no viven como pareja. En estos casos, los hijos son los más perjudicados, cuando en realidad lo que se busca es que ellos no sean los afectados.

 De nada sirve vivir todos en una casa, si lo único que hay son peleas. Aunque los hijos de un matrimonio sean pequeños, perciben ese malestar general que se produce en el hogar. Sienten que algo no está bien en la casa, ya sea por gritos, peleas, maltratos o emociones negativas.

 De la misma manera, los chicos y las chicas sienten cuando la pareja de padres se aleja sentimentalmente, aunque no se separen geográficamente. Advierten cuando uno de los dos frecuenta estar lejos de la casa o busca distracciones. Se dan cuenta de esas ausencias, o de la tristeza que los adultos transmiten.

A veces lo mejor es parar

 Los jóvenes que han sido testigos de múltiples disputas, tienden a replicarlas en sus ámbitos personales. Adquieren un carácter que suele ser más violento, ya que copian el accionar de sus padres en las discusiones. El ver a sus padres pelear, les hace creer que esa es una forma de actuar, que también tomarán para sus propias relaciones afectivas.

 En este sentido, si dos personas fueron tan maduras como para tomar la decisión de vivir juntas para formar una familia, deben serlo en todos los ámbitos. Y una separación no es para menos. Requiere de las mismas convicciones, charlas y acuerdos para llegar a buen puerto.

 La separación no significa el fin de nada, pero puede empezar a ser el cierre de los conflictos. Se puede cambiar aquello que no funcionó, en pos de poder mejorar lo primordial. En este contexto, la clave es reconocer qué es lo fundamental, y qué cosas no cambiarán.  

Antes que los adultos vivan juntos, hay que priorizar que vivan bien. Que los padres vivan conformes con su realidad, es lo que a los hijos les dará confianza, y alejará cualquier incertidumbre o angustia.

 En definitiva, sentir a los padres felices es una de las mejores experiencias para los niños. Ellos adquieren confianza y seguridad cuando ven sonreír a sus figuras paternas, y tienden a imitarlos. Siguiendo la línea, que los padres vivan bajo el mismo techo no es lo esencial. Lo que importa es verlos bien, que tengan una buena relación a su manera, y que disfruten de lo primordial.

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Julian Torrisi

Julian Torrisi

Licenciado en Comunicación Social, corredor, cinéfilo y me gusta saber todo. Fan de contar historias, la radio, los deportes y el universo DC.

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