Barrio inglés. Baluarte de zona norte y patrimonio de la ciudad

Desde un espacio de la política municipal se lanzó una iniciativa para que este pequeño espacio tenga, de una vez por todas, el reconocimiento que se merece. » El Barrio Inglés tiene un enorme valor histórico para la ciudad. No muchos rosarinos lo conocen», expresó un edil coautor del proyecto de ordenanza que busca modernizar este complejo de viviendas. Esta nota buscará dar un recorrido por algunas de sus historias más conocidas, sus recovecos y su actualidad.
Partamos por la base que no es un barrio en sí mismo, es un pequeño sector ubicado en Refinería -a escasos metros del NCA y el Alto Rosario- que consta de apenas dos o tres manzanas irregulares con viviendas bien del estilo Londres, Liverpool o Manchester; como las que aparecen en las películas. Los grupos de viviendas son dos: uno es el Batten Cottage y otro es el Morrison Building.
Sus primeras viviendas: la influencia británica.
Este peculiar espacio tiene sus orígenes con la oleada inmigratoria de fines del siglo XIX y principios del XX. Claramente, y como dice su nombre, tenía como finalidad albergar a los trabajadores británicos que trabajaban en las vías del viejo Ferrocarril Central Argentino. Este tiene dos calles que lo delimitan: Central Argentino y Avenida Alberdi.
La cuna futbolística:
En este pequeño recinto se fundó el primer club de fútbol del interior: Central Argentine Railway Athletic Club, por Colin Bain Calder en la navidad del año 1889. Si bien empezó siendo un club de cricket, la idea era agrupar a los obreros trabajadores que, en sus tiempos ociosos, jugaban al deporte rey en los predios hoy ubicados al borde de las vías del ferrocarril. De ahí el famoso emblema del actual Club Atlético Rosario Central, como se lo denomina actualmente. Su sede fundacional, recuperada hace pocos años, tiene un gran valor institucional y sentimental; puesto que es un lugar de encuentro cada aniversario de la institución.
El barrio hoy:
Este recinto de pocas cuadras presenta realidades muy dispares. Si bien la apertura de la sede fundacional lo revitalizó, las casas icónicas, dependiendo también del grupo, presentan realidades distintas. Las doce casas del Batten tienen dos pisos y jardín delantero; pero no conservan ni ventanas ni las rejas del frente, se mantuvieron los garajes y algunas partes de la fachada, pero han sufrido leves modificaciones. En el Morrison el deterioro fue mucho peor, este posee alrededor de 24 departamentos divididos en dos plantas, a las cuales se accede mediante galerías internas y externas.
Ambos presentan estados de preservación muy heterogéneos: así como hay casas muy mantenidas, en otras el deterioro y el descuido hizo mella. Esperemos que, con esta iniciativa, el espacio pueda revivir y también ser explotado como lugar turístico el día de mañana.