Aferrarse

Aferrarse a los lugares
y a las fechas,
las alegres y las no tan alegres.
A las imposiciones sociales.
Aferrarse a un trabajo y a una rutina.
Aferrarse a las cosas.
Y aferrarse a las personas.
Aferrarse porque duele.
Porque no sabemos
de qué otra manera vivir.
Porque nos parece
que vivir sin estar atado a nada,
es insoportable.
Porque de no hacerlo,
tal vez ya no podríamos
cerrar los ojos
frente a la finitud
de nuestras propias vidas.
Porque quizás nos aterra
pensar en lo fugaz
de todo lo que nos rodea.
Incluso, en lo efímeros
que somos nosotros.
Creo que necesitamos
de algo a lo que aferrarnos,
y en eso transcurren nuestras vidas.
Buscando desesperadamente,
empeñándonos constantemente
en tener algo.
Algo a lo que aferrarnos, no importa qué.
Lo que esté a mano. A quien esté a mano.
Reemplazando una cosa por otra.
Siempre igual.
A veces me pregunto, ¿en eso consiste todo,
de eso se trata vivir?
Tal vez esa sea
la condición misma de estar vivos.
Vivir intentando dar sentido
a algo que quizás no lo tiene,
para evitar enfrentarnos
a la inevitable finitud
de nuestra propia existencia.
Escritos Febriles
Gente de plástico y conversaciones hechas de humo